martes, 17 de abril de 2007

Cuatro concepciones del mundo en el ser humano



Una perspectiva es un modo de ver en el sentido amplio en el que “ver” significa “discernir”, “aprehender”, “comprender” o “captar”. Se trata de una manera particular de concebir el mundo, como cuando hablamos de una perspectiva histórica, una perspectiva científica, una perspectiva estética, una perspectiva de sentido común o hasta de las singulares perspectivas que se presentan en sueños y alucinaciones. (Se puede a su vez, utilizar otras expresiones en vez de “perspectiva”: actitud, visión, marco de referencia, estructura mental, orientación, postura, etc.).
Se plantea una cuestión: cómo se diferencia genéricamente de otras perspectivas la “perspectiva religiosa”.
Si comparamos la perspectiva religiosa con otras tres perspectivas importantes de conformidad con las cuales los hombres ven el mundo -la perspectiva del sentido común, la científica y la estética-, el carácter especial de la religiosa resalta con agudeza. Lo que distingue al sentido común como modo de ver es una simple aceptación del mundo, de sus objetos y de sus procesos tales como parecen ser - lo que a veces se ha llamado realismo ingenuo- y el motivo pragmático, el deseo de obrar sobre ese mundo para doblegarlo a los propios fines pragmáticos de uno, para dominarlo o, si esto no resulta posible, para ajustarse a él. El mundo de la vida cotidiana (él mismo, por supuesto, un producto cultural, pues está estructurado de conformidad con las concepciones simbólicas de los hechos objetivos transmitidas de generación en generación) es el escenario establecido y el objeto dado de nuestras acciones. Lo mismo que el monte Everest, está simplemente allí y lo que hay que hacer con él, si uno siente la necesidad de hacer algo con él, es escalarlo.
En la perspectiva científica lo que desaparece es precisamente es este estar dado. La duda deliberada y la indagación sistemática, la suspensión del motivo pragmático en favor de la observación interesada, el intento de analizar el mundo mediante conceptos formales cuya relación con las concepciones informales del sentido común se hacen cada vez más problemáticas, éstos son los caracteres principales del intento de captar científicamente el mundo. Y en cuanto a la perspectiva estética, supone una clase diferente de suspensión del realismo ingenuo y del interés práctico por cuanto en lugar de cuestionar los títulos de la experiencia cotidiana, uno sencillamente ignora esa experiencia en favor de un permanecer ávidamente en las apariencias, en las superficies de las cosas “en sí mismas”: la función de la ilusión artística es, no hacer creer, sino todo lo contrario, desembarazar de la creencia la contemplación de las cualidades sin sus habituales significaciones de, por ejemplo, “aquí está la silla”. El conocimiento de que lo que está ante nosotros no tiene significación práctica en el mundo es lo que nos permite prestar atención a su apariencia como “tal”. Y esta perspectiva, como la del sentido común y la científica (o la histórica y la filosófica), este “modo de ver” es suscitada, forjada y, en realidad, creada por medio de curiosos cuasi objetos - poemas, dramas, esculturas, sinfonías - que al divorciarse del sólido mundo del sentido común asumen la especial clase de elocuencia que sólo las puras apariencias pueden alcanzar.
La perspectiva religiosa difiere de la del sentido común en el hecho de que, como ya lo señalamos, va más allá de las realidades de la vida cotidiana para moverse en realidades más amplias que corrigen y completan las primeras, y el interés que la define es, no la acción sobre esas realidades más amplias, sino la aceptación de ellas, la fe en ellas. Difiere de la perspectiva científica por el hecho que cuestiona las realidades de la vida cotidiana, no a causa de un escepticismo institucionalizado que disuelva lo dado en el mundo en una maraña de hipótesis de probabilidad, sino porque postula como verdades no hipotéticas esas realidad más amplias. En lugar de desapego, su santo y seña es la entrega, en lugar del análisis, el encuentro. Y difiere de la perspectiva artística porque en lugar de desembarazarse de toda la cuestión de lo efectivo y de crear deliberadamente una atmósfera de semejanza e ilusión, ahonda el interés por lo efectivo y trata de crear una aureola de extrema actualidad. En este sentido de “lo realmente real” es en lo que descansa la perspectiva religiosa.

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