miércoles, 23 de junio de 2010

El tío Raul


Premonitoriamente, unos meses antes de morir, tío Raúl regresó.

Era una tarde cualquiera Zavalita, cuando de pronto sonó el timbre y el tío Raúl apareció en el pórtico, así nomás después de cuchucientos años. Mi madre, sorprendida y emocionada, sólo atinaba a balbucear su nombre mientras lo estrechaba en un interminable abrazo. No pude dejar de emocionarme.: tantas historias sobre grandes fiestas de antaño, filas interminables de carros estacionados, música de vitrola, carnavales con serpentinas, ...tantas imágenes en mi mente sobre ese disipado pasado familiar del jet set chalaco de los 50s, guardado en color sepia, tomaron color cuando lo vi correspondiendo al abrazo de mi madre. No hubo en aquel momento razón para preguntarle por qué desapareció luego  de la muerte de la abuela. Simplemente hubo mucha emoción, mucho sentimiento. El tío había regresado.

"Hola sobrino" me dijo mirándome a los ojos, y al toque me hice amigo de ese simpático viejecito. Ya sentados en la sala, admiré sus canas y su semblante sereno sonrosado por las más de 6 chelas que ya habíamos destapado, mientras conversabamos como dos viejos o como dos chibolos. "Oiga tío, mi mamá me ha dicho que a usted le gustan los boleros" Y sus ojos se abrieron como dos platos. Unos long plays de Leo Marini quedaron como anillo al dedo : "...un día en el camino..surgió una sombra de odio...que nos apartó a los dos"


Dos almas
(compositor: anónimo/intérprete: Leo Marini)

Dos almas que en el mundo
habia unido Dios
dos almas que se amaban
eso eramos tu y yo.

Por la sangrante herida
de nuestro inmenso amor
nos dabamos la vida
como jamas se dio.

Un dia en el camino
que cruzaban nuestras almas
surgio una sombra de odio
que nos aparto a los dos.

Y desde aquel instante
mejor fuera morir
ni cerca ni distante
podremos ya vivir
Repetí la canción más de cuatro veces ante su insistencia. "Qué bueno que te gusten los boleros"-me decía una y otra vez; "...mi hijo escucha zonzeras"-acusaba con una mirada "ni cerca ni distante" (como cantaba Leo Marini) que sus cejas ralas no lograban aminorar: la mirada del viejo al final del camino. Recostado en el sofá había un sabio relator de increíbles anécdotas bipolares, impregnadas de melancolía y euforia a la vez; el testigo principal del pasado ostentoso que mi casa supo albergar y que se había  desvanecido hacía años. ¡Hey, tío ¿unos tangos?". "¡¡Claro¡¡". Y desenfundando aquel long play de colección, cambiamos de género musical -del bolero al tango- y el feeling aumentó. ".."¡¡Dos chelas más¡¡"..."Escucha ésta tío"- : "Allá en el cielo, frente a Dios, eternamente..." 


Allá en el Cielo
(Intérprete: Argentino Ledesma)

Linda es mi agonía, vuelvo a verte
a pesar que estás ausente de la vida.
Lloro de alegría por mi suerte
hasta al cielo iré enseguida para amarte,
adorarte y tenerte siempre... siempre...
Corazón, ¡te quiero más que antes!
Allá en el cielo,
frente a Dios, eternamente,
volveremos a encontrarnos
para nunca separarnos más.
Libres...
No tendremos que escondernos,
como antes, para vernos,
por temor al qué dirán.
Creo
allá no valen papeles,
ni prejuicios, ni más leyes
que el amor y la verdad.
Seremos felices en el cielo,
allá en la eternidad.
Dos joyas del cancionero de la familia: de Leo Marini a Argentino Ledesma ¿Podía algo mejorar ese reencuentro? Pues sí. Antes de retirarse, el tío me preguntó: "¿No tendrás algo de Bob Dylan?". Y todo tomó sentido. Del tornamesa pasamos a la casetera y le puse play a ese The Best of  Bob Dylan, y éste - con su guitarra tan sólo - empezó, con ese estilo crooner tan suyo, a narrar la Odisea del regreso de mi tío Raúl. Fue un momento especial, un lindo momento que nunca olvidaré. Mi madre tampoco. Habían pasado por lo menos tres horas desde que se apareció en la puerta y ya era hora de partir.
Luego de dos meses, mi tío Raúl murió.

En el álbum familiar, en esas páginas color sepia dedicadas al tío, hay melodías a no olvidar. Y cada vez que hablamos de él, la aguja del tornamesa adquiere vida propia y Leo Marini nos recuerda que dos almas había unido Dios, Carlos Argentino renueva la promesa de unirnos "allá en el cielo" y Bob Dylan desenfunda su guitarra para cantar.


Most likely you go your way and I go mine
(Bob Dylan)

You say you love me
And you're thinkin' of me,
But you know you could be wrong.
You say you told me
That you wanna hold me,
But you know you're not that strong.
I just can't do what I done before,
I just can't beg you any more.
I'm gonna let you pass
And I'll go last.
Then time will tell just who fell
And who's been left behind,
When you go your way and I go mine.

You say you disturb me
And you don't deserve me,
But you know sometimes you lie.
You say you're shakin'
And you're always achin',
But you know how hard you try.

Sometimes it gets so hard to care,
It can't be this way ev'rywhere.
And I'm gonna let you pass,
Yes, and I'll go last.
Then time will tell just who fell
And who's been left behind,
When you go your way and I go mine.
The judge, he holds a grudge,
He's gonna call on you.
But he's badly built
And he walks on stilts,
Watch out he don't fall on you.
You say you're sorry
For tellin' stories
That you know I believe are true.
You say ya got some
Other kinda lover
And yes, I believe you do.
You say my kisses are not like his,
But this time I'm not gonna tell you why that is.
I'm just gonna let you pass,
Yes, and I'll go last.
Then time will tell who fell
And who's been left behind,
When you go your way and I go mine.

jueves, 3 de junio de 2010

"Vienes y te vas": balada para mi warmicienta

Vienes y te vas
(William Luna)

Hoy ya no quiero verte conmigo
No sabes cuanto sufro cariño
No se si soy feliz lejos de ti
No soy feliz estando contigo
Un dia me amas, luego me olvidas
Un dia me amas, luego me olvidas
No se si soy feliz lejos de ti
No soy feliz estando contigo
Vienes, vienes y te vas

Hoy ya no quiero verte conmigo
No sabes cuanto sufro cariño
No se si soy feliz lejos de ti
No soy feliz estando contigo

Un dia me amas, luego me olvidas
Un dia me amas, luego me olvidas
No se si soy feliz lejos de ti
No soy feliz estando contigo

Vienes, vienes y te vas
 
 

Lucía Ponce (Monce para sus compañeras)

----"¡Profe!", dijo al verme y fui preso de un Deja Vu. De sopetón, se me vino a la mente todos los recuerdos sobre ella.

Voy a hablarles sobre Lucía, una exalumna.

----"¡Hola Lucy¡, ¿qué sorpresa?", "¿qué fue de tu vida?", le respondí. Escaneándola rápidamente me di cuenta que de la delgada púber que conocí tan sólo quedaba la mirada. Estaba delante de una señora. Con hijos y todo.

Hablamos en menos de 10 minutos sobre muchas cosas. Todas superficiales. Hasta que le hice la pregunta de rigor. Le pregunté sobre los motivos de su - llamémosla - "ingratitud": "Nunca más regresaste al cole". De antemano, ya presentía su respuesta: "No guardo buenos recuerdos" - fueron sus palabras acompañadas de cierto gesto de molestia distante. Tenía mucha razón.

Lucía fue siempre una outsider. La chica excluida por sus compañeras. Una fuera de grupo que, para mal de sus males,  apellidaba Ponce y sus compañeras habían renombrado como “Monce”. Recuerdo que me molestaba sobremanera cuando ante una intervención suya sus compañeras de aula emitían sonidos despectivos poco sutiles que coronaban con un "...¡¡qué monce¡¡".  

Pero, para ser sincero, no podía culparlas del todo. De alguna manera, Lucía era diferente. Para empezar, Lucía no se llamaba Lucía. Se llamaba Catherine Ponce Alcántara. Y exigía que le dijeran Lucía nunca supe por qué. Tercamente quise contrarrestar esta obsesión por autonombrarse llamándola siempre tal como en su partida está: Catherine. Pero, mi insistencia no sirvió de mucho. Para mí, había en ello un problema de personalidad. Quizás todo este rollo le servía a la pobre Catherine para esconderse de aquel ambiente escolar de cuchicheos inmisericordes y reinvertarse en una Lucía fusible, lista para el sacrificio.

Por otro lado, Lucía o Catherine era extremadamente aplicada. De aquellas que preocupan. Nunca, por ejemplo, me dijo NO: "que si puedes hacerme el favor de llevar esto", "¡Sí profesor!", "que si puedes tomar asistencia", "¡Sí profesor!", "que debes estudiar para tu examen", "¡Sí profesor!". Pero un ¡Sí profesor! recontra aniñada tipo Candy que a sus compañeras irritaba y seré sincero a mí me preocupaba mucho. Además, era en extremo colaboradora: profesor le llevo los cuadernos, que sus plumones, que le presto lapicero azul....¡¡¡Basta, chica¡¡---¡ ¡Sí profesor!.

Recuerdo que yo tenía un análisis sobre esta situación. 

Lucía, o Catherine para mí, en ese sentido, encarnaba la obediencia y docilidad de la alumna ideal. Y según la racionalidad del salón, también personificaba la sobonería. En concordancia con la norma real que prima en las mentes y en las prácticas de las alumnas adolescentes en un aula, no se confiere reconocimiento a aquel o aquella que obedece. Se valora, más bien, a la que no se amilana frente a los adultos –dueños exclusivos del poder social tanto por su edad como por legitimación-. Entre ellas, se valora más vestirse a la moda, la más feminina, el tener pretendientes, entre otras actitudes. Nunca será aceptado, ni para los varones ni para las mujeres, entre otras cosas, lo que Lucía les recordaba ser: ser SERES dominados.

En fin, hablamos de muchas cosas en pocos diez minutos. Al despedirnos, le desee mucha suerte. Les sobé la cabecita a sus pequeños. Y los vi alejarse. Espero de corazón que a ellos, la vida escolar les trate mejor que a su mami. Espero que sepan defenderse de los velados rostros de la intolerancia y la discriminación en las aulas. Espero, que los Ponces se tomen su revancha. A lo lejos, me pareció escuchar un --¡¡Sí profesor¡¡.