sábado, 3 de abril de 2010

Jesús nuestro Señor, ¿el Mesías Judío?.

Es Semana Santa de nuevo. Año tras año la feligresía se conmueve y juega a ser piadosa. Conozco, muy a mi pesar, gente que, por estas fechas, aparenta ser muy religiosa y tan sólo es costumbrista o  ritualista: van a misa, recorren la iglesias, se confiesan, comulgan, se golpean el pecho pero ¡¡cómo friegan¡¡¡: todo lo vuelven problema, "dueños de la verdad" se hacen los ofendidos cuando uno les aconseja...¡¡¡Dios, ¿tener tanta paciencia ante el mal es correcto?¡¡¡. Ni modo. "El Señor será mi pastor, el Señor será mi roca". No me queda más que renovar mi fe en esta utópica y quijotesca vida, fortalecer mi paciencia recorriendo la pasión de nuestro Señor y participar ¿por qué no? de aquellas costumbres que no por ser practicadas por pseudo cristianos, dejan de tener sentido para mí. Así que a conmemorar el sacrificio de mi Causa Mayor reunido con la family, recorriendo las Iglesias, expiando mis culpas, asumiendo verdadero propósito de enmienda, viendo por enésima vez Ben Hur, y sobre todo, tratando de explicarle a los ñaños aquello de la transsubstanciación del pan y vino en el cuerpo y sangre de Cristo. 
Lo que sí se me hizo un lío fue explicar el por qué Jesús es recibido el Domingo de Ramos como Rey y en menos de una semana es sacrificado por la misma gente¡¡¡¿Cómo explicar tal necedad?¡¡¡¡¿Cómo explicar esto sin entrar en las razones políticas del Juicio a Jesús?. Lástima por los judíos, más que por los romanos, quienes en su ansiedad por encontrar al Mesías prometido protagonizaron el sacrifico más importante del Mundo Occidental. Vale la fecha para recordar las bases del Cristianismo, su relación con el Mesianismo judío y algunos datos sobre la vida pública de Jesús y el contexto político de su crucifixión. 

Didácticas infografías de Casiano Floristán y Josep Ligadas - El Comercio  (28.III.2010) 
Jesús llamado el Cristo nació entre el VIII ó IX del año 4 a.C en la ciudad de Belén, en la provincia de Judea, región de Palestina (desde el año 63 aC. Palestina había sido sometida al yugo romano por las legiones de Pompeyo y había pasado a formar parte de la provincia de Siria. En el 29 aC Augusto fue nombrado Emperador romano y es bajo su gobierno que Jesús nace). Pertenecía al linaje judío del rey David, y fue concebido por María, esposa de José, carpintero de Nazareth. El nombre de Jesús se deriva de la palabra hebrea Joshua, que completa es Yehoshuah (‘Yahvé es salvación’); y Cristo, de la palabra griega christos, traducción del hebreo mashiaj (‘el ungido’), o Mesías.


  • El Mesianismo, es decir, la creencia en el advenimiento de un Mesías que restaura el orden divino de un pueblo oprimido, es un fenómeno religioso-social que se difundió en el pueblo semita judío como reacción a los interminables años de cautiverio al que fue sometido sucesivamente por egipcios, babilónicos, persas, griegos y romanos. La cautividad que el pueblo de Israel hubo de sufrir en Babilonia señala la prédica de los profetas de la desgracia (Isaías, Ezequiel) quienes señalan: (1) el castigo que Jehová desencadenaría a su pueblo por olvidar el contrato establecido (2) la llegada del Príncipe divino, el jefe guerrero que libertaría a su pueblo, efectuando la reconciliación con Jehová y una nueva alianza.

  • Desde el año 26 dC Poncio Pilato, procurador de Judea, tenía noticias de la prédica de San Juan el Bautista y lo que esto significaba. La probabilidad de que el Bautista fuera el Mesías se esfumó cuando por oponerse éste a la boda de Herodes Antipas (tetrarca de Judea) y Herodías (mujer de su hermanastro Herodes) es encarcelado y decapitado a petición de Salomé, hija de Herodías y Herodes. Sin embargo, lejos de hallar tranquilidad, nuevos rumores corrieron como pólvora sobre un tal Jesús (bautizado por Juan) y sus seguidores: Cefas o Petrus, Andrés (hno de Pedro), Santiago y Juan (hijos de Zebedeo); Felipe de Betsalia, Bartolomé, Mateo (recaudador de impuestos, autor de un evangelio); Tomás "el incrédulo", autor de un evangelio apócrifo; Santiago el menor; Simón, el Cananeo; Judas o Tadeo; y Judas Iscariote de la secta de los Sicarios. La gente hablaba de sus milagros y parábolas. Hacia el ¿7 abril del 30? día de la Pascua judía, Jesús fue recibido por la multitud como Mesías. Pero, no todos los semitas comulgaban con Él: lo consideraban débil para las esperanzas políticas del pueblo judío. Y tenían razón, Jesús venía a reformar la doctrina, en vez de librar a los judíos de la opresión romana. Dos actitudes de Jesús hacía escépticas a las gentes respecto de él: ordenaba “dar al César lo que era del César” y proclamaba que “su reino no era de este mundo”. Afirmaba así que reconocía la autoridad del extranjero y que las esperanzas del pueblo debían ponerse en el más allá. Es por ello que luego de recibirlo entre palmas en menos de una semana pidieron su muerte.


  • Crucificado ya Jesús, aparecieron otros llamados mesías que correrían igual suerte. Hacia el año 52 uno de ellos reunía adeptos en el Monte de los Olivos, pero fue muerto por los soldados romanos. En el año 132 tuvo lugar la rebelión de Bar Koba, que duró 3 1/2 años para luego de 52 batallas ser vencido.En 1666, Sabbatai Zevi surgió en Esmirna y dirigió el último gran movimiento judío mesiánico. En la actualidad, el Mesianismo aún está presente en el pueblo judío. 

  • Los últimos días de Jesús conforman el periodo más importante tanto para el estudioso de la Cristología como para el creyente católico o evangelista. La producción artística -pictórica, cinamatográfica- al respecto es de las más recurrentes y hermosa. Jesús no es sólo nuestro Dios, es un ícono de la cultura, sobre todo de la occidental. A propósito de este tema presento un resumen del guión de la ópera rock Jesucristo Superstar de Andrew Lloyd Weber y Tim Rice según el blog: "Historias e hitorietas":  

  • Judea, año 33 dC. Judas Iscariote es miembro de un movimiento humanista liderado por un hombre conocido como Jesús de Nazaret. Judas, convencido en un principio de que Jesús era el Mesías que Israel llevaba siglos aguardando, comienza a preguntarse si bajo el carisma de este hombre se esconde un verdadero programa político o al menos unos ideales que garanticen la liberación del pueblo judío, sojuzgado, como gran parte del mundo conocido, por el poder del Imperio Romano. Jesús, siempre críptico y metafórico, elude pronunciarse ante sus discípulos, quienes, no obstante, le siguen fielmente allá a donde va. La única doctrina que el Nazareno propugna se basa en conceptos ambiguos como el amor y el perdón, y Judas le increpa por haber acogido en su comunidad a una prostituta llamada María Magdalena, con la que se muestra excesivamente tolerante y aun cariñoso.



  • Entre tanto, los fariseos y saduceos, máximos exponentes de la jerarquía hebrea, temen la popularidad creciente de Jesús, al que consideran una amenaza no tanto en base a sus posibilidades reales como por el hecho de atraer la atención de los romanos, bajo cuya soberanía han llegado a sentirse cómodos. Mientras Judas increpa a María Magdalena por haber despilfarrado los fondos de la comunidad comprando perfume y ungüento con los que lavar y ungir al Mesías (y a éste por consentirlo y aceptarlo), Caifás y Anás, fariseos de mayor rango, reúnen al Sanedrín y acuerdan por unanimidad propiciar la aniquilación de Jesús de Nazaret.


  • Llega la sagrada festividad de la Pascua, y Jesús llega a Jerusalén, capital de Judea, aclamado por una multitud enfervorecida a la que Caifás ordena que cese en su griterío. Jesús le replica que sería imposible acallar sus cánticos, y que, si acaso pudiera conseguirlo, las propias piedras comenzarían a cantar.


  • Simón, el cabecilla de los violentos separatistas Zelotes, acude al nazareno para pedirle que se sume a su lucha armada, pero resulta visiblemente decepcionado cuando Jesús tan sólo le habla de los desastres que están por venir. También ominosas son las pesadillas que asaltan a Poncio Pilatos, Gobernador romano a cargo de la guarnición de Judea, que ha soñado que un grupo de fanáticos le culpaban de haber provocado la muerte de un inocente que pudo haber cambiado el sino de la Humanidad. Jesús y los suyos acuden al templo de Jerusalén con la intención de orar, pero lo encuentran repleto de tenderetes de comerciantes sin escrúpulos. En un arrebato de ira, Jesús carga contra los profanadores y los expulsa violentamente del sagrado lugar y, a continuación, contrito y apesadumbrado, busca refugio en la soledad del monte. Una vez allí, su sosiego es turbado por la irrupción de los leprosos, tullidos y mendigos que allí se hacinan, quienes han oído hablar de la fama de Jesús y le instan a que obre un milagro que les sane sus cuerpos y sus almas. Acosado y llevado al límite de su resistencia moral, el llamado Mesías les grita “¡Salváos vosotros!”. Sólo la ternura de María Magdalena le consuela aquella noche, y ella vela su sueño en la tienda que ambos comparten.


  • Al día siguiente, un Judas cada vez más preocupado por el deterioro de los ideales que creyó subyacer bajo la supuesta divinidad de Jesús toma la decisión de acudir ante Caifás y Anás, y concierta con ellos el arresto de su Maestro; para él, es la única forma de impedir que la revolución que les liberaría de la tiranía de Roma se convierta en un circo popular. El jueves por la tarde, Jesús y sus discípulos se reúnen para cenar, y durante el banquete Cristo les invita a compartir el pan y el vino como si se tratase de su cuerpo y su sangre, y les anuncia que su fin se acerca, traído por uno de ellos. De hecho, según les vaticina, no sólo uno de los presentes, Pedro, le negará tres veces, sino que otro (a quien no se refiere por su nombre) incluso le traicionará. Judas se da por aludido y acusa a Jesús de haber provocado la destrucción de sus sueños de libertad, así como de empujarle a convertirse en traidor.


  • Horas después, bajo la luna del huerto de Getsemaní, Cristo pide a sus hombres de confianza (Pedro, Juan, Santiago) que se mantengan en vela mientras él se retira a rezar, y por un momento parece derrumbarse bajo el peso del brutal castigo que sabe que le aguarda. Humano al fin y al cabo, suplica a Dios que aleje de él el cáliz del sufrimiento, pero luego acata la voluntad divina y se somete a su inexorable destino.


  • Cuando regresa junto a los discípulos, todos ellos duermen, y en ese preciso instante aparece Judas, seguido por una cohorte de soldados romanos. Como señal identificativa para los que vienen a prenderle, el Iscariote deposita un beso sobre la mejilla de Cristo, y en éso se despiertan los durmientes e intentan oponerse al prendimiento de Jesús, pero él se lo impide para que se cumpla lo que ha de cumplirse. De camino a la casa de Caifás, las multitudes que antes vitoreaban al Mesías, ahora se burlan de él. Caifás, tan sólo por justificarse a sí mismo, pregunta a Jesús si es cierto que es el Hijo de Dios, y el nazareno responde un escueto “Tú lo has dicho”.


  • Sobran las evidencias y más interrogatorios, y el Sanedrín acusa a Jesús de herejía y lo despacha con destino a la jurisdicción de Pilatos, el Gobernador romano. Anás, por su parte, entrega a Judas una bolsa llena de denarios de plata, como compensación por la entrega del reo. Tampoco para los apóstoles son fáciles las cosas, y, temerosos de ser también arrestados, vagan sin rumbo tratando de esconderse. Pedro es abordado por una mujer que dice reconocerle como uno de los seguidores de “aquel hombre”, y, posteriormente, un soldado y un anciano le reiteran esa misma acusación. La primera reacción de Pedro es negar la evidencia, con lo que también está renegando de su Maestro, y María Magdalena, que viaja junto a él, se pregunta cómo Jesús pudo saber lo que iba a suceder. Poncio Pilatos es un gobernante débil y pusilánime que inmediatamente reconoce a Jesús como el hombre que aparecía en su sueño premonitorio, e intenta zafarse de la responsabilidad aludiendo a que, por ser judío y no romano, quien debe juzgar al Nazareno es Herodes, un rey de pacotilla convertido en títere de Roma. Herodes se burla de la leyenda que se ha creado en torno a Jesús y de nuevo ordena que sea trasladado ante Pilatos.


  • Judas, a su vez, siente de golpe el peso de los remordimientos y la culpa, y arroja sobre Anás y Caifás la bolsa de monedas que le entregaron; mas su conciencia no se relaja, y el infeliz pone fin a su vida ahorcándose en un árbol seco.


  • El palacio de Pilatos acoge nuevamente a Jesús y quienes buscan su ruina, y, aunque el Gobenador trata de convencer a la masa de que su “Mesías” no es sino un pobre necio, Caifás y los otros piden un castigo ejemplar: su muerte en la cruz, tormento reservado para los malhechores de la peor calaña. Pilatos, pensando que la visión de un poco de sangre satisfará a los judíos, ordena que Jesús sea flagelado con 39 latigazos (la Ley romana no permitía más de 40), pero, a pesar del brutal espectáculo, el populacho exige la pena de muerte y amenaza con hacer llegar a los oídos del César la cobardía del Gobernador de Judea.


  • Pilatos claudica al fin (no sin antes lavarse las manos en una jofaina cuya agua, ensangrentada, arroja sobre la muchedumbre), y, mientras Cristo es conducido al monte Gólgota, donde será crucificado, Judas despierta rodeado de ángeles, en lo que parece ser el Cielo, recompensado por haber cumplido su cometido y criticando a Jesús por haber venido a predicar su doctrina de amor y paz en una época bárbara y primitiva, y no en el Siglo XX, cuando su mensaje hubiera podido ser ampliamente difundido por los medios de comunicación

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