Leí el cuento Paco Yunque gracias a la historieta de Paco Yunque. La historieta de Juan Acevedo sobre Paco Yunque es un clásico muy a la altura del mismo cuento. Habría sido el año 1984 cuando no sé quién llevó esa historieta a mi casa. Presumo de tres personas. Mi padre. No había noche, o mejor dicho madrugada (cuando él llegaba), que no nos entregara a mí y a mi hermano un cómic diferente. Así que pudo ser él. Pero también pudo ser mi hermana. Ella frecuentaba aquel mundo del arte alternativo y la movida contracultural, acompañada siempre o varias veces por Isaura, su mejor amiga. Así que también pudo ser la misma Isaura. Me acuerdo muy bien de ella. Mis cánones de belleza femenina se resignificaron con ella. Era una belleza que nacía desde el interior, a cara lavada. Realmente no se podía ver a Isaura. Se le contemplaba. Prefiero creer que en una de sus visitas nos obsequió esa historieta.
Al culminar de leerla, leí el cuento. Y luego más de Vallejo. Y de ahí a Arguedas. Y así, descubrí una parte dolorosa de mi país, de ser peruano. Late muy fuerte en mi memoria los golpes que Humberto Grieve propinaba por las puras. Y por eso juré nunca ser como ese niño. Tampoco iba a ser como Paco Yunque. Imposible serlo en una realidad tan hostil como un colegio de varones. Era ser casi un suicida. Por eso, el héroe de todos, o sea Paco Fariñas, late en mi piel siempre. Y cuando veo injusticias soy capaz de pelear por otros aunque eso signifique ganarme enemigos, que me persigan, acosen, maten. Gracias a Vallejo, a Acevedo, y a quien llevó la historieta a casa (a Papá, a mi hermana o a Isaura). Pero sobre todo, gracias a cada adulto pelele que como el profesorsucho del cuento nos miente diciendo que "A todos nos tratan igual", que "todos somos iguales" mientras nos van explotando. Nunca agaches la cabeza ante la injusticia. Recuerda a Einstein: "el mundo va mal, no por las personas que lo hacen sino por las que lo permiten".
Hacia 1971, Andrew Lloyd Weber (UK 1948) y Timothy Miles Rice (UK 1944) dos jóvenes compositores con mediano éxito por entonces, presentaban al mundo una de las más controversiales obras de Broadway: Jesus Christ Superstar, una ópera rock basada en los últimos días de nuestro Señor, sumando ganancias y críticas positivas a la placa discográfica anteriormente publicada (1970) por la ya famosa dupla. 40 años después, Jesus Christ Superstar (la obra musical y teatral), se ha convertido en un fenómeno pop de la contracultura posmoderna occidental.
Quedó atrás el tremendo revuelo que se armó en los grupos más conservadores y retrógrados de la Iglesia. Para ellos, Jesus Christ Superstar, era nada menos que una creación del demonio (de aquel que según Cipriani anda suelto por Lima). Era un sacrilegio execrable el presentar, no sólo a un Jesús rodeado de hippies anacrónicos soltando gallos metaleros (la voz reclutada para la grabación fue la de Ian Gillian, cantante del super grupo de hard rock Deep Purple), sino también sugerir que una muy latina María Magdalena estuviese enamorada de Cristo, de que Judas fuese un conspirador negro y que el Sanedrín mismo haya participado de una conspiración vs Jesús.
El escándalo llegó a ribetes heréticos al estrenarse la película (1973) dirigida por Norman Jewinson (casualmente Jewish:judío y son: hijo) y protagonizada por Ted Neely basada en la misma ópera rock. La propuesta cinematográfica poseía un tratamiento visual muy sui generis (recuerdo el shock cognitivo que tuve cuando la vi x primera vez). Muy anacrónico y ecléctico. Utilizando mucho del hippismo (el bus inicial a lo Woodstock que transporta a una comunidad de actores al desierto) sesentero, una escenografía y vestimenta digna de películas de clase B (así los soldados se cubren con armadura de latones, los drag queen de la corte de Herodes, con pelucas chillonas, los miembros del sanedrín con risibles bolsas negras como mitras..) y con tanques y metralletas como metáforas del poderío romano.
Ted Neely, interpretando a Jesús, logra una performance muy rigurosa y desgarradora, muy de acorde a la original creación vocal de Ian Gillian (quien desechó participar en el proyecto). Por otra parte, Carl Anderson, o sea Judas, es, de hecho, quien se roba muchas escenas ofreciendo un contrapunto útil para los propósitos del argumento: el hecho de ser el único apóstol negro ofrecía subliminalmente, no una afrenta discriminadora, sino una metáfora de la lucha política antisistema, propia de las entonces brigadas de Panteras pertenecientes al Black Power. Recordemos que Judas es la figura que cuestiona desde el principio (Heaven on their minds & Superstar) la “revolución” pacifista de Jesús:
Heaven on their minds (Paraíso en sus mentes)
Yo recuerdo cuando todo empezó:
Te llamábamos hombre y no Dios.
Y te juro que aún cuentas con mi admiración.
Pero a tu revolución todos le dan otra intención.
Si ven el error te matarán.
Oye, Cristo, ¿no te importa tu pueblo?
¿no ves cómo pisotean mi suelo?
Es la ocupación y la total humillación.
Yo temo a la multitud.
El gritar es su virtud.
Su entusiasmo, nuestra perdición.
Para nuestra revolución.
Oye, Cristo, yo te quiero pedir.
Que recuerdes que debemos vivir.
Y ahora sé que la victoria no es posible.
Tus adeptos están ciegos,
sólo piensan en tus cielos.
Te seguí para una gran misión.
Y ahora todo es decepción.
Oye, Cristo, yo te quiero advertir,
que me escuches a mí.
Superstar
Cuanto más te miro, menos puedo entender,
¿por qué has dicho no a lo que supiste emprender ?
Hubieras podido realizar nuestro sueño.
¿Cómo no viniste en otro tiempo o lugar ?
Hoy, con tantos medios de comunicación,
hubieras podido levantar una nación,
quiero preguntarlo, quisiera saberlo
Este duro reclamo de Judas contrasta armoniosamente con las bellas interpretaciones de Yvonne Elliman, la María Magdalena de la historia: Everything’s alright, I don’t know how to love him, Could we start again, please?” sin duda son los super singles de la obra.
Todo estará en paz (Everything’s alright)
Velaré tu sueño.
Calmaré tu fiebre.
Con ungüento te ungiré, verás que
nada va a pasar, todo estará en paz.
Porque el nardo apagará tu sed.
Y el perfume aliviará tus pies.
Duerme bien, duerme bien.
Con el sueño podrás olvidar.
Nada va a pasar. Todo estará en paz.
Es más que amor (I Don't Know How To Love Him)
Yo no sé como amarle,
ni qué hacer, como hablarle.
Él cambió, algo en mí.
Ya no soy la misma, soy otra mujer,
desde que él me miró.
No puedo comprenderlo,
me emociono con verlo.
Todo ha sido un sueño (Could We Start Again Please ?)
Sólo vivo por verte.
Pero no esperaba nunca verte así.
Sin ti no soy nada,
ya no sé que hacer.
Di que ha sido un sueño.
Sólo quiero seguirte,
pero ahora tu camino se rompió ;
tengo el alma triste
por esta visión.
Di que ha sido un sueño.
Ahora lo comprendo.
Antes yo no sabía la verdad de tu misión.
Empieza de nuevo.
Se puede intentar,
todo ha sido un sueño.
Para mí, hay tres momentos highlights en la obra: primero, “Hosanna”, tanto por el carácter de himno apoteósico que posee como por la magistral simpleza lírica que hace referencia a la tan compleja pugna entre el sanedrín liderado por Caifás (Bob Bingham) y el ya peligrosamente popular Jesús dispuesto a brindar su Sermón en la montaña..
Hossana
Caifás :
Di a esa gente que se calle
si no quieren perecer.
Tanto clamor, es un error.
No permitas su canción,
es una manifestación.
Deben callar, no blasfemar.
Coro :
Hosanna, Hey Sanna Sanna Sanna Ho.
Sanna Hey Sanna Ho Sanna.
Oh, Jesús, Jesús, yo seré tu cruz.
Sanna Ho Sanna Hey Superstar.
Jesús :
¿No pretenderás al pueblo callar ?
Nadie podrá nunca detenerlos.
Si todas estas lenguas pudieras arrancar,
hasta las piedras querrían cantar.
La Canción de Herodes, es otra composición genial que transmite a ritmo de ragtime la contagiosa alegría banal que en la corte del gobernador de Jerusalén existía, mas el cambio dramático que sufre la canción en su última estrofa carga de impotencia y tristeza al escucha-espectador que no sabe si seguir contagiándose con el ritmo frenético del ragtime o sufrir por el abuso verbal que Herodes infringe a un Jesús desvalido. Esta emoción es mucho más intensa y lograda en la versión española en la cual Dick Zappala interpreta a Herodes mil veces mejor que al del film original.
La Canción de Herodes
Oh, Jesús, que alegría tenerte aquí a mis pies,
tan famoso en pocos días, y ahora ya lo ves,
curas ciegos, devuelves la salud ;
y eres Dios, eres rey, eso te crees tú.
Así que eres Cristo, el gran Jesucristo,
si es verdad que eres divino, haz que el agua se haga vino,
y si lo consigues, sabré la verdad,
tendrás tu libertad.
En muy poco tiempo, tú has causado sensación,
dicen que eres de este año, gran revelación.
¡Ay, que pena, si nada es verdad !
Aunque sé, que estando aquí,
lo vas a demostrar.
Así que eres Cristo, el gran Jesucristo,
prueba tu fuerza divina, anda sobre mi piscina.
Y si lo consigues, sabré la verdad.
Vamos, no esperes más.
Quiero sólo que me pruebes que eres Superstar.
Y por qué los que te aclaman te han puesto un altar.
Quiero verlo, soy tu devoto fan.
¿Por qué no quieres convertir este palacio en pan ?
Si es verdad que eres Cristo, el gran Jesucristo,
y si eres más que rey,
vamos, hazlo de una vez.
¿Qué es lo que pasa, no te gusta mi casa ?
Vamos, ¡no esperes más !
Acaso me temes, Cristo, señor Jesucristo.
¡Vamos timo ! ¿Qué eres Dios ? ¡No me lo creo ni yo !
¡Fuera de aquí ! ¡Con bromitas a mí !
¡Fuera de aquí, falso !
¡Fuera de aquí, falso !
¡Fuera de aquí, falso rey !.
Por último, el Juicio. La melodía trepidante de Andrew al servicio de las dramáticas líneas del panfleto histórico-político que Tim supo crear como argumento es realmente de lujo. Barry Dennen interpreta a un Poncio Pilatos conflictuado que lucha entre no dejarse presionar por un pueblo frustrado que exige la muerte de Jesús y, a su vez, por no perder su autoridad y legitimidad como gobernador de Judea. Imposible no erizar los vellos ante tal tour de forcé de música y teatro que sobrepasa lo meramente sociológico y nos introduce a la psicología de cada uno de los implicados en este Magnicidio.
JUICIO ANTE PILATOS (Trial Before Pilate)
Pilatos :
Aquí está el rey, en mi casa otra vez.
¿Y qué pasó ? ¿Herodes no es su juez ?
Caifás :
Roma será quien juzgue a Nazaret,
porque el matar no existe en nuestra ley.
Hay que crucificar, tú lo tienes que hacer.
Queremos verle en cruz, tú lo debes hacer.
Pilatos :
Háblame, pues Jesús,
te han traído aquí, maniatado
por tu propio pueblo.
Tú debes saber cuáles son los motivos.
Óyeme falso rey.
¿Dónde está tu Dios ?
¿Y tu reino dónde está ?
Jesús :
Mi reino no es de este mundo. No lo comprendéis, no.
Pilatos :
¿Eres, pues, rey ?
Jesús :
Es lo que dices tú.
Estoy aquí buscando la verdad.
Pilatos :
¿Qué es la verdad ? ¿Acaso es una ley ?
¿Es mi verdad ? ¿O tu verdad lo es ?
Coro :
¡Crucifica, crucifica !
Pilatos :
¿Y qué queréis ? ¿Matar a vuestro rey ?
Coro :
No hay más rey que el César.
Pilatos :
Creo que no ha roto nuestra ley.
Coro :
No hay más rey que el César.
¡Crucifica, clávale !
Pilatos :
Nunca tuvisteis respeto al César,
¿por qué motivo lo invocáis ?
¿Quién es Jesús ? ¿Es diferente ?
Falsos mesías fabricáis.
Coros :
No hay más rey que el César.
¡Crucifica !
Pilatos :
En este hombre no veo culpa.
¿Por qué le odiáis ? Si sabéis que es inocente.
Para matarlo, mi mente duda.
Si lo flagelo, satisfaré a esa gente.
Coro :
Crucifica. Clávale.
[39 latigazos]
Pilatos :
¿De dónde vienes tú ? ¿Quién eres tú, Cristo, dime ?
Si puedo hacer algo para que no mueras, dime.
Tienes tu vida en mis manos y en mi poder.
No te has defendido. ¿Es que no quieres comprender ?
Jesús :
En tus manos nada está,
si tienes poder, te viene del más allá,
todo está dispuesto y no podrás cambiarlo.
Pilatos :
¡Estás loco, Jesús ! Te quiero ayudar.
Coro :
¡Crucifícalo ! ¡Pilatos, ya !
Recuerda al César, es tu deber.
Guardar la paz de nuestro pueblo.
Recuerda al César, si no lo matas
tu puesto lo podrás perder.
¡Crucifica !
(bis)
Pilatos :
No detendré esta destrucción.
Mártir inútil, si quieres la muerte,
muere por fin, pero de esta acción
lavo mis manos de sangre inocente.
En cuanto a las versiones de la obra, estas sobrepasan la decena en todo el mundo. De entre las cuales (he escuchado algunas) sin duda la más lograda es la castellana de Camilo Sesto, al punto de considerársela superior a la original. Traducida y adaptada por Nacho Artime y Jaime Azpilicueta y con la performance instrumental de los Canarios (banda ibérica de la época), el Jesucristo Superstar castellana es fenomenal. Lástima no exista material fílmico al respecto para corroborar la calidad de la interpretación en vivo pero estoy seguro que tratándose de Camilo, de Angela Carrasco como María Magdalena y Teddy Bautista como Judas, aquello fue grandiosamente irrepetible para la historia de la música. A conformarnos con los CDs y las ediciones en YOUTUBE.
GETSEMANÍ (Gethsemene [I Only Want To Say])
Yo quiero decir
si puedo pedir
que apartes de mí este cáliz,
ya no deseo su amargura,
ahora quema, yo cambié, y no sé
por qué he empezado.
Yo tenía fe
cuando comencé,
ahora estoy triste y cansado,
mi camino de tres años
me parece que son treinta
¿y que más puede un hombre hacer ?
Si he de morir
que se cumpla todo lo que tú quieres de mí.
Deja que me odien, que me claven en su cruz.
Yo quiero ver, yo quiero ver, mi Dios.
Yo quiero ver, yo quiero ver, mi Dios.
Quiero saber, quiero saber, Señor.
Quiero saber, quiero saber, Señor.
Si he de morir,
dime si es porque he de ser mejor de lo que fui,
dime si mi vida con la muerte he de cumplir.
Yo quiero ver, yo quiero ver, mi Dios.
Quiero saber, quiero saber, Señor.
Con morir qué voy a conseguir,
al morir qué voy a conseguir.
Quiero saber, quiero saber, Señor.
¿Por qué he de morir ?
Dime por qué quieres que me claven en su cruz.
Muéstrame el motivo, dame un poco de tu luz.
Di que no es inútil tu deseo, y moriré.
Me enseñaste el cómo, el cuándo, pero no el por qué.
Muy bien, yo moriré,
pero, por favor,
cuando muera, mírame,
por favor, mira mi muerte.
Yo tenía fe
cuando comencé
ahora estoy triste y cansado
mis tres años ya son miles.
¿Por qué entonces tengo miedo
de que ya todo termine ?
Dios, yo no empecé
fue tu voluntad
dame el cáliz de amargura,
clava, azota, rompe, mata,
pero pronto,
hazlo pronto, o yo
me voy a arrepentir.
A continuación la fuerza de Getsemanhí interpretada por Camilo Sesto (1978) y Ted Neely (2006)¿cuál les parece la mejor? para mí las dos son electrizantes.
Es Semana Santa de nuevo. Año tras año la feligresía se conmueve y juega a ser piadosa. Conozco, muy a mi pesar, gente que, por estas fechas, aparenta ser muy religiosa y tan sólo es costumbrista o ritualista: van a misa, recorren la iglesias, se confiesan, comulgan, se golpean el pecho pero ¡¡cómo friegan¡¡¡: todo lo vuelven problema, "dueños de la verdad" se hacen los ofendidos cuando uno les aconseja...¡¡¡Dios, ¿tener tanta paciencia ante el mal es correcto?¡¡¡. Ni modo. "El Señor será mi pastor, el Señor será mi roca". No me queda más que renovar mi fe en esta utópica y quijotesca vida, fortalecer mi paciencia recorriendo la pasión de nuestro Señor y participar ¿por qué no? de aquellas costumbres que no por ser practicadas por pseudo cristianos, dejan de tener sentido para mí. Así que a conmemorar el sacrificio de mi Causa Mayor reunido con la family, recorriendo las Iglesias, expiando mis culpas, asumiendo verdadero propósito de enmienda, viendo por enésima vez Ben Hur, y sobre todo, tratando de explicarle a los ñaños aquello de la transsubstanciación del pan y vino en el cuerpo y sangre de Cristo.
Lo que sí se me hizo un lío fue explicar el por qué Jesús es recibido el Domingo de Ramos como Rey y en menos de una semana es sacrificado por la misma gente¡¡¡¿Cómo explicar tal necedad?¡¡¡¡¿Cómo explicar esto sin entrar en las razones políticas del Juicio a Jesús?. Lástima por los judíos, más que por los romanos, quienes en su ansiedad por encontrar al Mesías prometido protagonizaron el sacrifico más importante del Mundo Occidental. Vale la fecha para recordar las bases del Cristianismo, su relación con el Mesianismo judío y algunos datos sobre la vida pública de Jesús y el contexto político de su crucifixión.
Didácticas infografías de Casiano Floristán y Josep Ligadas - El Comercio (28.III.2010)
Jesús llamado el Cristo nació entre el VIII ó IX del año 4 a.C en la ciudad de Belén, en la provincia de Judea, región de Palestina (desde el año 63 aC. Palestina había sido sometida al yugo romano por las legiones de Pompeyo y había pasado a formar parte de la provincia de Siria. En el 29 aC Augusto fue nombrado Emperador romano y es bajo su gobierno que Jesús nace). Pertenecía al linaje judío del rey David, y fue concebido por María, esposa de José, carpintero de Nazareth. El nombre de Jesús se deriva de la palabra hebrea Joshua, que completa es Yehoshuah (‘Yahvé es salvación’); y Cristo, de la palabra griega christos, traducción del hebreo mashiaj (‘el ungido’), o Mesías.
El Mesianismo, es decir, la creencia en el advenimiento de un Mesías que restaura el orden divino de un pueblo oprimido, es un fenómeno religioso-social que se difundió en el pueblo semita judío como reacción a los interminables años de cautiverio al que fue sometido sucesivamente por egipcios, babilónicos, persas, griegos y romanos. La cautividad que el pueblo de Israel hubo de sufrir en Babilonia señala la prédica de los profetas de la desgracia (Isaías, Ezequiel) quienes señalan: (1) el castigo que Jehová desencadenaría a su pueblo por olvidar el contrato establecido (2) la llegada del Príncipe divino, el jefe guerrero que libertaría a su pueblo, efectuando la reconciliación con Jehová y una nueva alianza.
Desde el año 26 dC Poncio Pilato, procurador de Judea, tenía noticias de la prédica de San Juan el Bautista y lo que esto significaba. La probabilidad de que el Bautista fuera el Mesías se esfumó cuando por oponerse éste a la boda de Herodes Antipas (tetrarca de Judea) y Herodías (mujer de su hermanastro Herodes) es encarcelado y decapitado a petición de Salomé, hija de Herodías y Herodes. Sin embargo, lejos de hallar tranquilidad, nuevos rumores corrieron como pólvora sobre un tal Jesús (bautizado por Juan) y sus seguidores: Cefas o Petrus, Andrés (hno de Pedro), Santiago y Juan (hijos de Zebedeo); Felipe de Betsalia, Bartolomé, Mateo (recaudador de impuestos, autor de un evangelio); Tomás "el incrédulo", autor de un evangelio apócrifo; Santiago el menor; Simón, el Cananeo; Judas o Tadeo; y Judas Iscariote de la secta de los Sicarios. La gente hablaba de sus milagros y parábolas. Hacia el ¿7 abril del 30? día de la Pascua judía, Jesús fue recibido por la multitud como Mesías. Pero, no todos los semitas comulgaban con Él: lo consideraban débil para las esperanzas políticas del pueblo judío. Y tenían razón, Jesús venía a reformar la doctrina, en vez de librar a los judíos de la opresión romana. Dos actitudes de Jesús hacía escépticas a las gentes respecto de él: ordenaba “dar al César lo que era del César” y proclamaba que “su reino no era de este mundo”. Afirmaba así que reconocía la autoridad del extranjero y que las esperanzas del pueblo debían ponerse en el más allá. Es por ello que luego de recibirlo entre palmas en menos de una semana pidieron su muerte.
Crucificado ya Jesús, aparecieron otros llamados mesías que correrían igual suerte. Hacia el año 52 uno de ellos reunía adeptos en el Monte de los Olivos, pero fue muerto por los soldados romanos. En el año 132 tuvo lugar la rebelión de Bar Koba, que duró 3 1/2 años para luego de 52 batallas ser vencido.En 1666, Sabbatai Zevi surgió en Esmirna y dirigió el último gran movimiento judío mesiánico. En la actualidad, el Mesianismo aún está presente en el pueblo judío.
Los últimos días de Jesús conforman el periodo más importante tanto para el estudioso de la Cristología como para el creyente católico o evangelista. La producción artística -pictórica, cinamatográfica- al respecto es de las más recurrentes y hermosa. Jesús no es sólo nuestro Dios, es un ícono de la cultura, sobre todo de la occidental. A propósito de este tema presento un resumen del guión de la ópera rock Jesucristo Superstar de Andrew Lloyd Weber y Tim Rice según el blog: "Historias e hitorietas":
Judea, año 33 dC. Judas Iscariote es miembro de un movimiento humanista liderado por un hombre conocido como Jesús de Nazaret. Judas, convencido en un principio de que Jesús era el Mesías que Israel llevaba siglos aguardando, comienza a preguntarse si bajo el carisma de este hombre se esconde un verdadero programa político o al menos unos ideales que garanticen la liberación del pueblo judío, sojuzgado, como gran parte del mundo conocido, por el poder del Imperio Romano. Jesús, siempre críptico y metafórico, elude pronunciarse ante sus discípulos, quienes, no obstante, le siguen fielmente allá a donde va. La única doctrina que el Nazareno propugna se basa en conceptos ambiguos como el amor y el perdón, y Judas le increpa por haber acogido en su comunidad a una prostituta llamada María Magdalena, con la que se muestra excesivamente tolerante y aun cariñoso.
Entre tanto, los fariseos y saduceos, máximos exponentes de la jerarquía hebrea, temen la popularidad creciente de Jesús, al que consideran una amenaza no tanto en base a sus posibilidades reales como por el hecho de atraer la atención de los romanos, bajo cuya soberanía han llegado a sentirse cómodos. Mientras Judas increpa a María Magdalena por haber despilfarrado los fondos de la comunidad comprando perfume y ungüento con los que lavar y ungir al Mesías (y a éste por consentirlo y aceptarlo), Caifás y Anás, fariseos de mayor rango, reúnen al Sanedrín y acuerdan por unanimidad propiciar la aniquilación de Jesús de Nazaret.
Llega la sagrada festividad de la Pascua, y Jesús llega a Jerusalén, capital de Judea, aclamado por una multitud enfervorecida a la que Caifás ordena que cese en su griterío. Jesús le replica que sería imposible acallar sus cánticos, y que, si acaso pudiera conseguirlo, las propias piedras comenzarían a cantar.
Simón, el cabecilla de los violentos separatistas Zelotes, acude al nazareno para pedirle que se sume a su lucha armada, pero resulta visiblemente decepcionado cuando Jesús tan sólo le habla de los desastres que están por venir. También ominosas son las pesadillas que asaltan a Poncio Pilatos, Gobernador romano a cargo de la guarnición de Judea, que ha soñado que un grupo de fanáticos le culpaban de haber provocado la muerte de un inocente que pudo haber cambiado el sino de la Humanidad. Jesús y los suyos acuden al templo de Jerusalén con la intención de orar, pero lo encuentran repleto de tenderetes de comerciantes sin escrúpulos. En un arrebato de ira, Jesús carga contra los profanadores y los expulsa violentamente del sagrado lugar y, a continuación, contrito y apesadumbrado, busca refugio en la soledad del monte. Una vez allí, su sosiego es turbado por la irrupción de los leprosos, tullidos y mendigos que allí se hacinan, quienes han oído hablar de la fama de Jesús y le instan a que obre un milagro que les sane sus cuerpos y sus almas. Acosado y llevado al límite de su resistencia moral, el llamado Mesías les grita “¡Salváos vosotros!”. Sólo la ternura de María Magdalena le consuela aquella noche, y ella vela su sueño en la tienda que ambos comparten.
Al día siguiente, un Judas cada vez más preocupado por el deterioro de los ideales que creyó subyacer bajo la supuesta divinidad de Jesús toma la decisión de acudir ante Caifás y Anás, y concierta con ellos el arresto de su Maestro; para él, es la única forma de impedir que la revolución que les liberaría de la tiranía de Roma se convierta en un circo popular. El jueves por la tarde, Jesús y sus discípulos se reúnen para cenar, y durante el banquete Cristo les invita a compartir el pan y el vino como si se tratase de su cuerpo y su sangre, y les anuncia que su fin se acerca, traído por uno de ellos. De hecho, según les vaticina, no sólo uno de los presentes, Pedro, le negará tres veces, sino que otro (a quien no se refiere por su nombre) incluso le traicionará. Judas se da por aludido y acusa a Jesús de haber provocado la destrucción de sus sueños de libertad, así como de empujarle a convertirse en traidor.
Horas después, bajo la luna del huerto de Getsemaní, Cristo pide a sus hombres de confianza (Pedro, Juan, Santiago) que se mantengan en vela mientras él se retira a rezar, y por un momento parece derrumbarse bajo el peso del brutal castigo que sabe que le aguarda. Humano al fin y al cabo, suplica a Dios que aleje de él el cáliz del sufrimiento, pero luego acata la voluntad divina y se somete a su inexorable destino.
Cuando regresa junto a los discípulos, todos ellos duermen, y en ese preciso instante aparece Judas, seguido por una cohorte de soldados romanos. Como señal identificativa para los que vienen a prenderle, el Iscariote deposita un beso sobre la mejilla de Cristo, y en éso se despiertan los durmientes e intentan oponerse al prendimiento de Jesús, pero él se lo impide para que se cumpla lo que ha de cumplirse. De camino a la casa de Caifás, las multitudes que antes vitoreaban al Mesías, ahora se burlan de él. Caifás, tan sólo por justificarse a sí mismo, pregunta a Jesús si es cierto que es el Hijo de Dios, y el nazareno responde un escueto “Tú lo has dicho”.
Sobran las evidencias y más interrogatorios, y el Sanedrín acusa a Jesús de herejía y lo despacha con destino a la jurisdicción de Pilatos, el Gobernador romano. Anás, por su parte, entrega a Judas una bolsa llena de denarios de plata, como compensación por la entrega del reo. Tampoco para los apóstoles son fáciles las cosas, y, temerosos de ser también arrestados, vagan sin rumbo tratando de esconderse. Pedro es abordado por una mujer que dice reconocerle como uno de los seguidores de “aquel hombre”, y, posteriormente, un soldado y un anciano le reiteran esa misma acusación. La primera reacción de Pedro es negar la evidencia, con lo que también está renegando de su Maestro, y María Magdalena, que viaja junto a él, se pregunta cómo Jesús pudo saber lo que iba a suceder. Poncio Pilatos es un gobernante débil y pusilánime que inmediatamente reconoce a Jesús como el hombre que aparecía en su sueño premonitorio, e intenta zafarse de la responsabilidad aludiendo a que, por ser judío y no romano, quien debe juzgar al Nazareno es Herodes, un rey de pacotilla convertido en títere de Roma. Herodes se burla de la leyenda que se ha creado en torno a Jesús y de nuevo ordena que sea trasladado ante Pilatos.
Judas, a su vez, siente de golpe el peso de los remordimientos y la culpa, y arroja sobre Anás y Caifás la bolsa de monedas que le entregaron; mas su conciencia no se relaja, y el infeliz pone fin a su vida ahorcándose en un árbol seco.
El palacio de Pilatos acoge nuevamente a Jesús y quienes buscan su ruina, y, aunque el Gobenador trata de convencer a la masa de que su “Mesías” no es sino un pobre necio, Caifás y los otros piden un castigo ejemplar: su muerte en la cruz, tormento reservado para los malhechores de la peor calaña. Pilatos, pensando que la visión de un poco de sangre satisfará a los judíos, ordena que Jesús sea flagelado con 39 latigazos (la Ley romana no permitía más de 40), pero, a pesar del brutal espectáculo, el populacho exige la pena de muerte y amenaza con hacer llegar a los oídos del César la cobardía del Gobernador de Judea.
Pilatos claudica al fin (no sin antes lavarse las manos en una jofaina cuya agua, ensangrentada, arroja sobre la muchedumbre), y, mientras Cristo es conducido al monte Gólgota, donde será crucificado, Judas despierta rodeado de ángeles, en lo que parece ser el Cielo, recompensado por haber cumplido su cometido y criticando a Jesús por haber venido a predicar su doctrina de amor y paz en una época bárbara y primitiva, y no en el Siglo XX, cuando su mensaje hubiera podido ser ampliamente difundido por los medios de comunicación