jueves, 26 de noviembre de 2009

Legitimidad: vox populi vox Dei.


I. Legitimidad: una aproximación conceptual.

Legitimidad es un concepto propio de la Ciencia Política, del Derecho y de las Ciencias Sociales afines. En términos amplios, se refiere al principio de correspondencia y conformidad entre la voluntad de un pueblo respecto a sus gobernantes y leyes.  En un esfuerzo de análisis desde su procedencia etimológica, podemos afirmar que el término legitimidad posee en su prefijo leg, la raíz latina lex, locución que – según la Real Academia de la Lengua – se refería al procedimiento romano utilizado para mezclar metales en la confección de monedas. De ahí que el genitivo de lex sea legis del verbo latino ligare o sea, unir, ligar, obligar. De este prefijo legis provendrán términos castellanos como ley, leal, legal, legislación, legado, liga, religión, etc en el italiano legge, en el germano leik y en el francés loi.

Se colige, por lo mencionado, una aproximación filosófica al significado original y funcional del término legitimidad: es el sentido de correspondencia de un elemento ulterior con su esencia primigenia, como, por ejemplo, la conformidad entre la cantidad y calidad exacta, correcta y precisa de los metales usados para confeccionar una moneda y el valor de ésta como producto final.

II. Legitimidad y Poder.


 Por otro lado, la palabra legitimidad hace referencia a un postulado propio de las Ciencias dedicadas al Gobierno: el Poder. El término poder proviene del latín possum- potes – potui - posse  que en castellano significaría ser capaz, tener capacidad o potencial para obtener o conservar la dominación, dominio o posesión de un sujeto, objeto concreto o situación. En su origen etimológico, el término poder también esta ligado al vocablo potestas (potestad, potencia, poderío), a facultas (posibilidad, capacidad, virtud, talento) y a possum (imponerse), terminología propia del entretejido mundo social de las relaciones de dominación. Relaciones provistas de legitimidad o no:

v      La ilegítima nace de la imposición de cierto tipo de jerarquía de un elemento A sobre otro B, en la cual, éste último - por persuasión, coerción o violencia del primero- realiza una acción que en principio no era la seleccionada;  

v      La legítima nace de la aceptación de un grupo de personas de que otra persona ejerza la dominación sobre ellos, en correspondencia con el ordenamiento natural de las sociedades y con las fuentes legítimas de poder.

III. Fuentes legítimas de poder

Para  el sociólogo alemán Max Weber (1864- 1920) serían cuatro las fuentes legítimas de poder:
 
1.        el carisma: funda su legitimidad en las cualidades excepcionales de una persona (santo, héroe o notable) y las ordenaciones creadas o reveladas por ésta para el bien de los demás.
2.        la tradición: funda su legitimidad en el respeto a las estructuras precedente al ordenamiento social y la obediencia a los señalados para ejercer la autoridad (ancianos, nobles.)
3.        el rendimiento: funda su legitimidad en el resultado de las actuaciones de algunos individuos; si ese resultado es positivo, la legitimidad queda reforzada; por el contrario, el bajo rendimiento hace perder credibilidad.
4.        la legal - racional: funda su legitimidad en aceptar como natural el ordenamiento, leyes, fines y medios propios de cada una  de las instituciones.


IV. Principales antecedentes teóricos sobre el principio de Legitimidad

El análisis sobre la legitimidad nace en la cuna de la Democracia, en la Grecia Clásica. Tanto en la praxis como en el ensayo político. Para empezar, en el idealismo que expone Platón (427-347 a.C.) en su obra clásica  La República,  leemos la máxima elitista “a gobernar los sabios y no los ignorantes”. Así, conforme a la axiología de su maestro Sócrates, Platón sostiene que la “virtud es conocimiento”, y gobernar es, por lo tanto, cuestión de sabiduría. Por lo tanto, los llamados a gobernar son unos pocos merced a sus mayores oportunidades –por nacimiento o sangre- de pertenecer a una aristocracia o nobleza. Platón, así, fundamenta la legitimidad de los oligarcas y nobles en el poder.

Por su parte, Aristóteles (384-322 a.C.), quien consideraba al ser humano como un zomm politikon, es decir, un animal político, señala en el Capítulo I de su obra Política que “la naturaleza, teniendo en cuenta la necesidad de la conservación, ha creado a unos seres para mandar y a otros para obedecer”. Y que, por consiguiente, la naturaleza ha “dotado de razón y de previsión” al hombre – no a los esclavos, ni a la mujer, ni a los bárbaros, pues “un ser no tiene más que un solo destino, porque los instrumentos son más perfectos cuando sirven, no para muchos usos, sino para uno sólo”. Así, pues, el estagirita señala que la legitimidad del hombre para gobernar está ligado al origen del Estado y de la Sociedad.

En la Edad Moderna, contraponiéndose a la ideología teocéntrica que impregnó toda manifestación enmarcada en ésta época, surgen nuevas concepciones sobre el ser humano. Este Humanismo revitalizado planteó –entre otras cosas- la necesidad de reformular las concepciones que se tenían sobre el Estado. Con el florentino Nicolo Macchiavello (1469-1527), se inicia el análisis moderno dedicado al principio de estabilidad de un reino. Con su obra El Príncipe (1513),el complejo arte de gobernar se convierte en una microfísica de las relaciones entre soberano y súbditos. Más que la legitimidad, a Maquiavelo, le inquieta la ilegitimidad. En El Príncipe  encontramos fórmulas sobre como el gobernante ilegítimo podía mantenerse en el poder aún con medios, métodos y mecanismos de coerción vedados para la ética y el buen obrar: “.si la violencia es coerción, el respaldo será consenso o legitimidad...".

Dos libros fundamentales en el análisis político de la legitimidad serán también el Leviatán (1660) del inglés Thomas Hobbes (1588-1679), quien sostenía que el monstruoso aparato estatal nacía del consentimiento de todos de someterse a la voluntad de otros con el  fin de lograr la paz y la seguridad tan ansiada; y, por otro lado, El Contrato Social (1762) publicado por el suizo Jean Jacques Rousseau (1712-1778) quien afirmaba igualmente que la legitimidad se hallaba en el consenso de cada particular de someterse a una voluntad general.

En el siglo XIX, destacan los estudios realizados por los alemanes Karl Marx (1818-1883) en conjunto con Friedrich Engels (1820-1895) quienes señalarán en sus ensayos que la legitimidad corresponde a un poder ideológico; y Max Weber (1864- 1920) estudioso que abrirá una nueva perspectiva de análisis –desde las Ciencias Sociales- respecto a la legitimidad. En su obra Economía y Sociedad (1922),  en su capítulo II, este sociólogo hará un esfuerzo por tipificar las relaciones de dominación y legitimidad que reseñamos en párrafos anteriores. Aporte fundamental para los posteriores estudios que realizaron  el austriaco Joseph Schumpeter  (1883-1950) con su obra Capitalismo, socialismo y Democracia (1942), el filósofo USA John Rawls (1921-2002) con Teoría de la Justicia (1871), y nuevamente desde Alemania Hanna Arendt (1906-1975) y su Los orígenes del totalitarismo (1951) y Jurgen  Habermas (1929) con su ensayo ¿Cómo es posible la legitimidad por vía de legalidad? (1975). Mención aparte merece el francés Michel Foucault (1926-1984) con su análisis posmoderno sobre el poder y la dominación en su célebre La Microfísica del Poder (1979)

CONCLUSIONES:

  • La legitimidad es el principio político de correspondencia a las leyes mediante el cual un grupo acepta conforme la preeminencia de una persona (gobernante/gobernantes) sobre otras.
  • La legitimidad nace de la aceptación de un grupo de personas de que otra persona ejerza la dominación sobre ellos, en correspondencia con el ordenamiento natural de las sociedades y con las fuentes legítimas de poder.
  • Las fuentes de legitimidad, según Max Weber: carisma,  tradición,  rendimiento y  racionalidad.
  • Las menciones de Platón y Aristóteles sobre legitimidad se circunscriben al orden natural de las sociedades.
  • En la Edad Moderna, con el análisis de Maquiavelo, Hobbes y Rousseau se abordará recién la relación entre legitimidad, poder, estabilidad  y gobernabilidad.
  • Gracias al aporte de Max Weber, muchos politólogos, economistas y sociólogos prosiguen profundizando sobre los alcances políticos y sociales de este principio de gobernabilidad.  

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