A propósito de las celebraciones jubilares de nuestro plantel centenario, quiero transmitir a la comunidad misericordiana que ser parte de estos 110 años de vida institucional resulta todo un honor para mí. No deja de asombrarme lo rápido que ha pasado el tiempo desde aquel día de verano en el que llegué por vez primera a este colegio y quedé muy impresionado por su deslumbrante arquitectura. Sin exagerar, después de transitar por las tradicionales calles y quintas hechas de adobe y quincha de este Barrios Altos querido, el entrar a este imponente recinto de tres pisos y casi cúpula crema fue para mí como revivir la Brasilia modernista de los 60s. Y es que la infraestructura de nuestro plantel es una de las fortalezas institucionales que más resalta, debiéndose ello, a la labor y visión de nuestras directoras pertenecientes desde 1899 a la Congregación de Hermanas Franciscanas de la Inmaculada Concepción.
Lo segundo que recuerdo es la amabilidad de su personal. Me falla la memoria si es que me recibió el Señor Antonio, el mejor portero y la persona más amable del colegio en estos últimos 10 años. Lo que sí no olvido es la belleza y simpatía de sus secretarias. Buenas tardes- dije a la más joven de ellas y cuando ella me contestó en seguida caí rendido ante esos ojos tan claros como la miel más pura. Ya luego conocí a la subdirectora Violeta Guzmán, a la coordinadora de Primaria Maria Elena Hinoaka y a la entonces directora Hna María Antonieta. Poco a poco, fui conociendo a los demás docentes: cómo olvidar el carisma franciscano de Madre Alicia, a la entonces coordinadora de pastoral y hoy directora Hna Aleyda, a Madelaine y sus palabras cálidas, los cuidados de la siempre tierna Dorita, la rectitud de miss Judith, a la siempre amiga Lucero, el donaire y franqueza de Emma Garcés, las misses superpoderosas Guadalupe, Paula e Ivanca; a Aurora, Lidia, Carmela Salomé, a Coco, Mimí, Blanca, Claudia, Yliana, Marina, Leonor, a la Sra Gladys, don Ricardo, Javier, y a mis amigazos Marco Iriarte y Jorge Luis García, mentores y co-fundadores del "Club de Tobi" aquella otra institución paralela de hermandad y buena vibra. Y muchas y muchos misericordianos más que han ido llegando o partiendo de este plantel convirtiéndose todos ellos en una familia que - más allá de las distancias, intereses compartidos, diferencias, entusiasmo y complicidad en aventuras institucionales- es al fin y al cabo, gran parte de mí, todos y cada uno de ellos protagonistas de mi experiencia como persona.
Pero, sin duda alguna, el primer lugar en los recuerdos que estos 110 años provocan en mí lo conforman cientos y cientos de rostros de pequeñas alumnas que poco a poco fueron creciendo, aprendiendo a mi lado - pese a mi exigencia y mal humor - y enseñándome cada una de ellas que el camino hacia la santidad que transitó Madre Clara, nuestra fundadora, se presenta de maneras diversas. Benditas sean ellas. Por darle sentido a mi vida como profesional. Gracias a todas ellas, y a cada uno de sus padres y madres, por darle sentido a este plantel. Porque sus voces, travesuras y talento aún viven en cada rincón de esta obra misericordiana de puro amor franciscano y de aroma a naranjo.
1 comentario:
Parece que llegamos por la mismas épocas, aunque claro, yo estaba en primaria, en los primeros grados. Dígame, ¿quién no le agarro cariño a Don Antonio? Me acuerdo mucho de él, un señor tan dulce y amable. También recuerdo mucho a la coordinadora María Elena, a quienes ya no están en el colegio: a la Miss Carmen que me eseñó en primer grado, a la profesora Lidia Villalobos a quien recuerdo como una mujer sumamente sensible, Miss Carmela Sanabria y el profesor Jorgito... por mencionar a algunos profesores que ya no están, de quienes tengo lindos recuerdos.
Sí, usted era un malhumorado jajaja... y no le gustaban mis impertinencias, ni mis comentarios sarcásticos, inocentes y fuera de foco. Y me madaba a callar de manera asolpada cuando empezaba a hablar de temas paranormales, cuasi esotéricos. Entiendo porqué. No olvidaré las separatas en letra Times New Roman número 0.5 que nos obligaba a leer para sus temidos exámenes. Uno de los cursos - por no decir el único- para los que no se podía estudiar un día antes.
Siempre que pueda volveré.
Cariños por montones y gracias por este post.
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